Todos los miembros de la familia Kurosaki tenía su propia taza de
desayuno: La de Isshin era grande y mostraba las palabras "Big Daddy";
la de Yuzu era rosa y con dibujos de flores y mariposas; Karin tenía un
tazón en forma de balón de fútbol e Ichigo una taza sencilla de color
negro con el número 15 en naranja. La única persona residente en el
hogar de esa familia que no tenía su taza personalizada era Rukia.
Al
principio vivía clandestinamente en el armario del mayor de los hijos,
así que era lógico que no le asignasen una taza, dado que la mitad de la
familia ni sabía de su existencia. Después, cuando ocurrió todo aquello
de los Arrancars y Aizen tratando de dominar el mundo, comenzó a
residir allí con el consentimiento de los cuatro Kurosaki (de algunos
más que de otros), pero se trataba de una situación en teoría pasajera,
por lo que se limitaron a asignarle una de las tazas normales que
guardaban en la cocina, de diseño sencillo, color azul, en vez de
comprarle una específica para ella. Posteriormente, y muy en parte a
causa del comienzo de su relación de "somos más que amigos porque nos
acostamos juntos pero eso no nos convierte en una jodida pareja feliz"
con Ichigo, empezó a pasar temporadas cada vez más largas en aquella
casa. Pero, como generalmente entraba en la vivienda clandestinamente
(Ni por todo el oro del mundo le diría Ichigo a su padre que mantenía
relaciones sexuales con una chica) y como no iba precisamente para
desayunar, siguió usando su "taza de invitada". Al fin y al cabo, eso es
lo que era, una invitada.
Y, desde hacía dos días había comenzado
a vivir allí permanentemente. Ya habían pasado casi tres años desde el
comienzo de su relación con el pelinaranja y se podría decir que la
habían formalizado (es decir, Ichigo había plantado a Rukia delante de
su familia, había dicho "Ya conocéis a Rukia, mi novia. Se va a quedar a
vivir con nosotros" y se había largado escaleras arriba dejando que
fuese la shinigami la que contestase a las preguntas indiscretas.). Pero
aún no tenía taza propia. Hasta ese momento.
Aquella mañana, en
el desayuno, Ichigo le había preguntado si quería leche con cacao. Ella
le había dicho que sí, que no necesitaba preguntar ya que siempre bebía
lo mismo en el desayuno. Y él se lo había servido en una taza azul
celeste, pero no sencilla como la otra, sino con una gran cara del
conejito Chappy dibujada. En vez de coger la taza directamente, Rukia se
había quedado mirándola durante unos segundos, bastante sorprendida.
"¿Vas a coger la taza de una vez?" le preguntó su novio, con cara de pocos amigos.
"Ah, sí" contestó ella, tomando el objeto "Gracias, Ichigo" añadió en una especie de susurro.
"De nada. Sólo es una maldita taza."
Pero ambos sabían que no era sólo la taza. Al regalársela, Ichigo le estaba dando la bienvenida a su familia
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