La lluvia presente arruinaba los planes de muchas personas. El ambiente era triste en la pequeña ciudad de Karakura, pero dentro de todas las casas, en un poco diferente. Muchas personas preparaban café o chocolate caliente y lo disfrutaban con un pan dulce en compañía de la persona amada o con sus familias. Pero en la casa de los Kurosaki era diferente, muy diferente. Yuzu y Karin se fueron a una pijamada en casa de una amiga por su cumpleaños, a regañadientes de Karin por supuesto, e Isshin se había ido a un congreso de medicina en Tokio junto al padre de Ishida, Ryuuken-san; Rukia había desaparecido de casa con la escusa de ir a donde Orihime a hablar de “cosas de mujeres”. Kurosaki Ichigo estaba solo en su casa. ¡Hasta Kon se había ido con Yuzu y Karin! Estaba solo, de verdad, en esa ocasión estaba solo.
-Ahh…-Dio un perezoso suspiro antes de decidirse por bajar las escaleras.-Días como estos, me hacen recordar lo mucho que me haces falta mama…-Dijo al ver el gran póster de la mujer en el pasillo al bajar las escaleras.
Ichigo entro en la cocina y busco lo necesario para prepararse un café. El estado del tiempo iba acorde a lo que sentía en su interior, estaba deprimido. Nunca pensó volverse a sentir realmente deprimido, no después de la muerte de su madre. Termino de hacer su milagroso café y regreso a encerrarse en su recamara. Kurosaki Ichigo lo único que quería era escuchar música y morirse un buen rato.
-Sen no yoru wo koete…-Murmuro la canción que poco se escuchaba por toda la recamara.
Suspiro al escuchar la puerta principal de la casa cerrarse con parsimonia, Rukia estaba de regreso. Una nueva canción dio inicio, pero la anterior había dejado pensando al joven. Cerró los ojos y lentamente empezó a repetir las palabras de la anterior entonación y la regreso para volver a escucharla. Se sentía solo. Ese era el problema. Se sentía solo y siempre había estado solo. Pero ella llego y no estuvo solo. Ya no estaba solo, gracias a ella…
-Debes decir “te quiero” a la persona que amas…-Repitió lo que decía la canción.-Porque decir “te quiero” es lo más maravilloso del mundo…-
Puso su mano en su frente y cerró los ojos de nuevo. Podía sentir claramente el cálido reiatsu de Rukia. ¿Por qué no había subido aun? Se puso de pie y salió de la recamara, la canción seguía sonando, pero tenía los audífonos fuera de sus oídos, así que la melodía se esparcía por donde caminara. Comenzó a bajar las escaleras.
-¿Rukia?- La llamo mientras bajaba las escaleras.-¿Rukia? ¿Estás ahí?-
El joven no recibió alguna clase de respuesta. Termino de bajar las escaleras y se encontró con una tierna Kuchiki Rukia en la cocina. Ichigo se la quedo viendo embelesado. La chica llevaba puesto el mandil rosado que antes pertenecía a su madre y que Yuzu le había regalado con mucho cariño y tenía el cabello agarrado en una cola de caballo bastante corta, dejando algunos mechones fuera, haciendo que se viera realmente bella.
-¿Qué sucede, Ichigo?-
Su voz sonó dulce, pero concentrada, Rukia parecía estar cocinando algo. Ichigo se acerco a ella y la abrazo por la cintura mientras observaba que había en la hoya. Arroz.
-¿Qué haces?-Cuestiono.
-Preparo arroz para hacer onigiris…-Contesto.
-¿Uh?-Exclamo apoyando su cabeza en el hombro de la chica-¿Tu cocinas?-
-¡Claro! Yuzu me ha estado enseñando…-
El tono de voz de la pequeña shinigami sonó como si obviara ese detalle. Ichigo se la quedo viendo con curiosidad, acababa de conocer algo nuevo de su “amante”.
-A ver…-Rukia deshizo el abrazo con cariño y camino hacia la alacena.
Ichigo esbozo una sonrisa al ver como Rukia se esforzaba en alcanzar el bote de café instantáneo que el mismo había puesto en un lugar muy alto para ella.
-¡No te burles!-Dijo Rukia molesta a espaldas de él. Ichigo se carcajeo por esto.
-Lo siento, lo siento…-Exclamo.-Y pensar que hace unos minutos estaba deprimido…-Volvió a poner la canción de hace unos minutos, Rukia pudo escucharla.
-Ichigo…-Dijo Rukia sin verle.-… Puedes… ¿Puedes bajarme el café?-Esto último lo dijo algo sonrojada y volteándolo a ver con un puchero tierno. Ichigo volvió a sonreír.
-Claro…-
Una vez el café estuvo en manos de Rukia, esta empezó a preparar del líquido para ambos mientras vigilaba el arroz. Ichigo, en cambio, se sentó en la mesa a esperar los sagrados alimentos mientras pensaba sorprendido en lo mucho que influía el si estaba o no Rukia en su estado de ánimo.
-Te amo.-
Para Rukia y para cualquiera, la voz de Ichigo nunca se había escuchado tan tierna. Volteo a verle un poco sorprendida y curiosa, comenzó a caminar hacia él. Ichigo se quedo embobado viéndola, era tan bella a sus ojos… Rukia beso su frente con cariño.
-Y yo a ti, Ichigo.-
La bella shinigami volvió a la cocina y le hecho un vistazo al arroz mientras buscaba las tasas para servir el café. Ichigo la observo detenidamente y sonrío. Un dulce recuerdo de su madre preparando arroz regreso a su mente y se sorprendió mucho al ver la misma escena en ese instante. Su madre sirviendo café en una tasa, Rukia sirviendo café en una tasa. Su madre acomodando su cabello detrás de su oreja, Rukia acomodando su cabello detrás de su oreja.
-Ten.-Dijo Rukia dándole la tasa. Ichigo la observo como ensoñado.- ¿Qué pasa?-
-Eres tan bella…-Rukia se sonrojo un poco.-Ahora que te veo cocinando con el mandil de mi mama, me doy cuenta de que…-Se quedo callado.
-¿De qué…?-La curiosidad la mataba.
-Me doy cuenta de lo mucho que se parecen-Rukia se sonrojo mas y se sorprendió un poco.-Aunque mama era la mujer de papa… y tu…-
-Yo soy tu mujer ¿o no?-Dijo para después besarle.
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